lunes, 22 de julio de 2013

CAPITULO V DE LA MALDICIÓN DE "EL MATASANOS"



CAPITULO V

Lo más importante es lo más importante y no cabe la menor duda para la discusión, que en este punto lo que más importa es vivir por siempre y vivir Yo (Que sagrado egoísmo), y en busca de este objetivo hay que sacrificar lo que se tenga que sacrificar. Entonces, en este contexto  de realismo mágico, los Rovira Ponce, prepararon con sumo y delicado detalle todo el instrumental necesario para desarrollar sin la posibilidad del mínimo error el portentoso ritual de la Oración del Puro. Pusieron todo lo requerido en un costal negro  que tenía  grabado muchos símbolos de misteriosa explicación, pero, esto es lo menos importante, porque lo que realmente importaba  era Flor Azucena, y por qué Flor Azucena,  bueno, porque esa linda moza de los  campos de Morazán   y virgen como algún día lo  fueron nuestros bosques, era el principal  ingrediente de la oración del Puro, ya que este ritual exigía el derramamiento de sangre virginal,  de sangre no contaminada por la lujuria causante esta última del  pecado original y de muchísimos pecados más que la humanidad ha cometido a través de la historia y los sigue y seguirá cometiendo. Porque para el homo sapiens no hay mayor tentación que la lujuria y si a este menú le agregamos lo prohibido, la fórmula se vuelve demasiado sugestiva. Bueno como les   iba diciendo,  la virgen de los Rovira Ponce  tenía los días contados. Por la mente de Flor azucena, no se percibía  nada de lo que los padres tenían planeado. En la mente de Flor Azucena que junto con su novio, paseaban  por los alrededores del bello el Matasanos, lo único que tenía cabida era el deseo desenfrenado y mal evitado que sentía el uno por el otro. Mientras sus padres zopilotes preparaban el ritual ancestral,   los  novios, los cotorritos, los “sinvergüenzas” estaban besándose de manera descontrolada a la  a la ribera de  un río que pasa a la orilla de El Matasanos. Pasaron los minutos y los cuerpos se desnudaron, lo gemidos aumentaron y las aguas cristalinas del río el toronjo  fueron testigos de lo más natural,  que practica la humanidad, es decir la unión de  dos carnes que se desean, de dos anatomías que se acoplan en un acto  heterosexual  y que culminan con una explosión de sonido y fluidos que por un instante le  hacen pensar a los participante que han conocido el paraíso. Los  novios fornicaron y aunque al finalizar estaban un poco asustados aunque no  arrepentidos ya que lo habían disfrutado al máximo y además de eso estaban pronto  por casarse, eso era lo que ellos pensaban porque como todos, poseedores de mentes finitas, limitadas, creemos que los eventos se darán de cierta manera porque en realidad desconocemos lo que el destino nos tiene preparado y  si no véalo usted como se equivocan los profetas modernos:  famosos economistas, religiosos apocalípticos,  políticos  fanáticos y esto es así porque somos una raza limitada que queremos imitar y jugar a ser dioses, lo cierto es que no  podemos predecir con exactitud el porvenir ya que esto es un don de los dioses .   Bueno los novios tenían planes  pero el destino tenía los propios y ahora con la fornicación de los  novios, todo se había complicado y esto era  algo catastrófico con consecuencias imprevisibles. La desflorada y el desflorador, se bañaron en el río y lavaron sus pecados, no sin antes repetir el acto fornicario pero ahora con el  río no como espectador sino como participante. Después del natural éxtasis, se vistieron, besaron, se amaron y empezaron a caminar rumbo al hogar de los zopilotes, sin sospechar en lo más mínimo lo que les esperaba, lo  que los amenazaba, lo que daría un giro brusco a sus jóvenes vidas.